Estoy dormido en el departamento que rento junto con mi hermana en la ciudad de Puebla de Zaragoza, Puebla, México.Son las 3:37 a.m. del miércoles 27 de octubre.
Suena el teléfono de la casa, es Viridiana Copto Sastre, comúnmente llamada “La Negra”, me dice que mi hermana se abrió en labio. Que necesita un hospital. Que yo le diga a donde la deben de llevar.Son las 3:45 a.m. del miércoles 27 de octubre.
Aquí empieza mi día, uno de los más largos de mi vida, que no terminaría hasta 19 horas después y mucho, mucho estrés.
Inmediatamente después de ser despertado de forma tan abrupta. Lo primero que se me ocurre decir, en seguida de un instantáneo repaso mental de los pocos hospitales que conozco en la ciudad. Fue responder a la pregunta de Viridiana Copto Sastre, diciendo que llevaran a mi hermana herida, al Hospital UPAEP, pues según mi valoración, en ese momento era la mejor y más cercana opción.
Acabo de superar, no sin cierta dificultad, un fuerte ataque en que comencé a temblar, por un momento no fui totalmente dueño de mis movimientos.Son las 3:51 a.m. del miércoles 27 de octubre.
Estoy plenamente vestido y listo para salir hacia el hospital al que se dirige en una ambulancia, mi hermana.
Nuestro departamento, se encuentra considerablemente mas cerca de dicha institución medica que el lugar de los en el que acontecieron los trágicos hechos. Razón por lo cual, estaba haciendo tiempo bajo las cobijas de mi cama, en lo que yo dejaba de temblar y la unidad de primeros auxilios que transporta a mi hermana.
Estoy ya en el antes mentado sanatorio.Son las 3:54 a.m. del miércoles 27 de octubre.
Todavía no ha llegado nadie a la sala de urgencia.
Llega una ambulancia, a las puertas del hospital, aunque en las mismas se encuentra un guarda de seguridad, la pluma no se levanta, pues el encargado de dicha operación, no esta presente y el uniformado que esta en la caseta, no puede abandonar su puesto.===
Un total desconocido, se baja de dicho vehiculo e intenta discutir con el vigilante. Yo me encuentro sorprendentemente calmado y observo la escena, con un gris interés.
Después de un rato de ver la disputa, casi al mismo tiempo que dejaban pasar al vehiculo, di la media vuelta y volví a Urgencia, tan solo para asomarme por la rampa de ingreso.
Por fin, los heridos vienen bajando.
Para sorpresa mía, uno de ellos es mi hermana. Venia acompañada por otro herido, la ya antes citada Viridiana Copto Sastre y dos chicos más, un el, que era el mismo que discutía con el Señor de la Caseta y una ella, que en mi vida había visto.
Lo primero que vi en ella, fue que goteaba sangre de una de sus manos.
Lo primero que vi en el, fue un sorprendente grado de preocupación por la salud de mi hermana y digo sorprendente, pues como ya antes lo mencione a ninguno de los dos los había visto antes.
Horas más tarde me entere que él se llamaba Carlos de la Fuente y que ella era su prima Daisy, ambos del estado de Tabasco.
El tiempo pasa, comienza a llegar gente a la sala de Urgencias.
Por fin veo caras conocida, los amigos que salieron de mi casa unas pocas horas antes, dispuestos a pasar un buen momento alejados de las múltiples presiones de ser un post-adolescente, como son la escuela, los amigos o la novia, llegan llorosos y con caras abatidas.
No es una experiencia reconfortante, para que sea mi primera impresión del asunto.
Paso a ver a mi hermana.
La cama es la numero uno de la Sala de Urgencia del Hospital UPAEP. Por una fracción de segundo, inmediatamente después de que la veo, no la reconozco.
No se quien es la persona que esta ante mi. La cara de un desconocido, cubierta de lágrimas y sangre; Un pedazo de su labio superior colgando; Cortadas y raspones por todo lo largo de cara, cuello y pecho; Un diente roto y semi-colgante; Me mira suplicante.
Un penetrante y nauseabundo a olor a cerveza rancia y sangre semiseca, inunda la estancia.
“Huevi, me duele, acércate, ven conmigo…”, me dice dicha figura amorfa, y en ella reconozco la voz de mi hermana, que tan solo horas antes se había despedido de mí, diciendo que no iba a llegar muy tarde.
Todo había empezado a las 2:00 p.m. del martes 26 de octubre, cuando mi hermana llego de la escuela y tenia muchísima tarea, para poder salir sin preocupaciones en la noche, como lo tenía planeado, se empeño en acabarla ese mismo día.
Aproximadamente a las 8:00 o 9:00 p.m. acabó 4 planos y 2 maquetas. Decidiendo que ya estaba bueno de arquitectura y diseño de interiores, y acepto gustosa la invitación de Viridiana Copto Sastre de ir a “relajarse” al ya antes mentado bar, El Tigre de Santa Julia, donde había una fiesta.
Salieron de casa alrededor de las 10:00 p.m. y la noche transcurrió tranquila.
El suceso más relevante hasta este momento, fue que durante el camino desde Puebla hasta Cholula por La Recta, se tuvieron que parar unos momentos dados que llovía tan fuerte que seguir manejando lo creyeron demasiado peligroso.
Entraron a tan mentado establecimiento más o menos a las 11:00 de la noche. Alrededor de las 3:30 a.m. del miércoles 27 de octubre, ella bajo el llamado de la naturaleza acudió al baño. De regreso del mismo, vio que había una pelea unas mesas más allá de la suya.
Poca atención le puso y siguió su camino, su destino estaba cerca y no se percato de nada más. Para, que poco después sintiera como “algo” se estrellaba y explotaba en su boca.
Sin saber que es lo que había pasado se llevo las manos al rostro y comenzó a llorar, otro usuario del bar, Carlos de la Fuente, acudió en su auxilio y fue él quien junto con su prima, saco a mi hermana prácticamente en brazos del lugar y la llevo a la ambulancia.
Instantes antes de la dicha unidad, saliera hacia un centro de atención medica, las amigas que estaban con mi hermana en El Tigre de Santa Julia, tomaron conocimiento de los hechos y fue cuando Viridiana Copto Sastre, subió a la ambulancia y marco a la casa. Son las 3:37 a.m. del miércoles 27 de octubre. Que fue cuando empieza mi día.
1 comentario:
Mi amigo, cuanto lo siento... pero como sigue ella? bien?
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