lunes, 16 de enero de 2006

Él

Fue una noche muy, muy larga.
Muchas cosas han pasado en estas últimas 10 horas. Por fin él esta en casa. “En Casa.” Pero que palabras tan huecas, se dice él mientras abre la puerta de su hermoso apartamento. Con un movimiento mecánico deja sus llaves en una canasta de mimbre y voltea a ver si las de ella están ahí. Si ya ha llegado. Las suyas, son las únicas llaves en aquel lugar. El silencio en lo único que le recibe al llegar a casa, no hay risas, no hay fiestas, no hay gritos siquiera, solo el silencio.

Como si se encontrara en profundo trance el entra a la cocina, abre el refrigerador y sumerge la cabeza en el frió aire que este exhala. Éste se encuentra lleno de comida, de la más diversa y colorida, tal como a ella le gustaba. Él nunca come de aquello, la comida permanece ahi hasta que se hecha a perder, cuando es reemplazada rapidamente. Él no puede menos que dejar escapar una sonrisa velada hacia una lechuga orejona, como amaba ella esa lechuga. Por un momento las piernas de él no son las de siempre. Algo falla. Cae pesadamente sobre sus rodillas y se golpea la frente la cual se corta ligeramente y un hilito de sangre corre por su blanco rostro.

Si gesto se aseria, se transforma en un instante en la viva imagen de la piedra. Se pone en pie, se limpia el rostro y tras curar esa herida se dirige a dormir. Se desnuda y toma un corto baño con agua muy caliente, cuando a terminado tan pronto como ha secado su cuerpo así desnudo se sumerge en sus suaves sabanas de algodón egipcio y poco a poco se ve perdiendo en las negras aguas del profundo sueño tan solo un instante antes de entrar en la inconciencia un fuerte sollozo hace vibrar sus pulmones y una gorda lagrima corre por su mejilla.

1 comentario:

Sandralucia dijo...

AY!!Que triste y que bonito, te felicito... me gusto en serio