domingo, 22 de mayo de 2005

Una escena embarazosa.

Hace algunos días tuve un… ¿Cómo llamarlo apropiadamente? Una escena a lo sumo embarazosa.

Para ser mas exactos fue este miércoles pasado, era fiesta de ICUM (prestigiada universidad mexicana para el estudio de la gastronomía universal) en uno de los antros de moda en la ciudad, llamado por alguna extraña razón que aun no logro dilucidar infiriendo a través de su música, decoración o concepto Bios.

Se esta celebrando una entrega mas del cotizadísimo galardón de Miss ICUM a lo mas selecto y por demás decir bello de la ya antes citada institución de estudios superiores, pues bien me encontraba yo en aquel antro rodeado de tal cúmulo de belleza física cuando ante mis ojos la misma encarnación del paraíso se me hizo presente.

Unos sesenta y cinco, de tez blanca, delgada como solo un sueño puede llegar a ser, de senos más bien descritos como turgentes, un trasero de diosa duro y respingado, con una carita como si la misma gloria hubiera bajado y posándose en sus ojos iluminara la vida de los mortales con los que se cruzaba, calzado en un vaporoso vestido negro y un simple peinado para el sedoso y negro como tan solo el infinito puedes ser.

Ante mi tenia a esta perfecta obra de la creación yo humilde a su belleza no me atreví a tocarla, mas al no poder dar crédito de lo que mis ojos veían queriendo compartir con el mundo mi religiosa experiencia comunique a toda mi mesa el impacto que en mi ser había causado aquella irresistible Venus.

Fue entonces cuando Memo, haciendo alarde de destreza tomo del brazo a aquella mañana de primavera y le pregunto su nombre. A leguas uno podía inferir que estaba movido por las palabras que yo acaba de pronunciar que en su distorsionada mente trataba de hacerme un bien y presentarme a esta preciosa mujercita.

Puede que esta fuera la mujer de mi vida, aquella otra mitad que durante todo el tiempo que mi mente tiene conciencia de su existencia mi alma a buscando sin consuelo. Mas eso nunca lo sabré, ya que al ver el atrevido movimiento de mi amigo, yo como el cobarde que siempre me he sabido, corrí lejos de aquella mesa y lo que pudo llegar a ser.

Mi amigo vouyerista. ¿Sabes con que fantaseo mientras escribo estas palabras lleno de autocrítica y desaprobación personal? En que “alguien” le entregue estas palabras cargadas de sentimiento a este particular individuo que mas de un suspiro a generado en las masas, descubriera este escrito, deseara conocerme y me encontrara bajo un montón de palabras, pues palabras es todo lo que tengo que ofrecer y… bueno, me conociera.

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