La libertad, en el contexto de la religión estadounidense, significa estar a solas con Dios o con Jesús, el Dios estadounidense o el Jesús estadounidense. En la realidad social esto se traduce como soledad en el sentido íntimo.
Nuestra guerra con Irak (Bush padre, por supuesto) fue efectivamente una guerra religiosa. Fue la guerra de la religión estadounidense contra todo lo que niega la condición y la función de identidad propia como la verdadera norma de ser y de valor.
Nada podría estar más distanciado de la religión estadounidense que la frase de Spinoza en la Ética: que todo el que en verdad ame a Dios no debe esperar ser a su vez amado por Él. La esencia del estadounidense es la creencia de que Dios lo ama. La renovación de la fe, en los EU, tiende a ser el sobresalto perpetuo del individuo que descubre una vez más lo que siempre ha sabido: que Dios lo ama de modo personal e íntimo. El noble desinterés de Spinoza... ha sido profundamente anti-estadounidense.
El Cristo estadounidense es más un estadounidense que un Cristo.
Nuestro milenarismo nacional... se asocia con los libros de Daniel y del Apocalipsis y conduce a nuestras guerras de cruzadas, así como a fantasías malsanas como el Nuevo Orden Mundial de George Bush (Bush padre, por supuesto). Sólo una lectura gnóstica de la Biblia puede hacernos pensar que estamos en la tierra de la Promesa.
Más bien somos posprotestantes y vivimos una contundente redefinición del cristianismo... hemos transformado la religión tradicional en una fe que se ajusta mejor a nuestro temperamento nacional y a nuestras aspiraciones y ansiedades nacionales. La religión estadounidense, mezcla de herejías antiguas y enfoques del siglo XIX, avanza hacia el siglo XXI con un triunfalismo desenfrenado que fácilmente se convierte en nuestras extravagancias políticas.
Nuestra guerra con Irak (Bush padre, por supuesto) fue efectivamente una guerra religiosa. Fue la guerra de la religión estadounidense contra todo lo que niega la condición y la función de identidad propia como la verdadera norma de ser y de valor.
Nada podría estar más distanciado de la religión estadounidense que la frase de Spinoza en la Ética: que todo el que en verdad ame a Dios no debe esperar ser a su vez amado por Él. La esencia del estadounidense es la creencia de que Dios lo ama. La renovación de la fe, en los EU, tiende a ser el sobresalto perpetuo del individuo que descubre una vez más lo que siempre ha sabido: que Dios lo ama de modo personal e íntimo. El noble desinterés de Spinoza... ha sido profundamente anti-estadounidense.
El Cristo estadounidense es más un estadounidense que un Cristo.
Nuestro milenarismo nacional... se asocia con los libros de Daniel y del Apocalipsis y conduce a nuestras guerras de cruzadas, así como a fantasías malsanas como el Nuevo Orden Mundial de George Bush (Bush padre, por supuesto). Sólo una lectura gnóstica de la Biblia puede hacernos pensar que estamos en la tierra de la Promesa.
Más bien somos posprotestantes y vivimos una contundente redefinición del cristianismo... hemos transformado la religión tradicional en una fe que se ajusta mejor a nuestro temperamento nacional y a nuestras aspiraciones y ansiedades nacionales. La religión estadounidense, mezcla de herejías antiguas y enfoques del siglo XIX, avanza hacia el siglo XXI con un triunfalismo desenfrenado que fácilmente se convierte en nuestras extravagancias políticas.
"La religión en los Estados Unidos"
Harold Bloom
Publicado en 1992
Harold Bloom
Publicado en 1992
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