miércoles, 24 de noviembre de 2004

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No puedo negarlo, llevo dos días muy triste. Sabía desde el principio que esto era lo más probable. Sabía el lío en el que me metía, pero quería hacerlo de todos modos. Además tampoco tenía ninguna otra opción, en eso consiste estar enamorado.

Ahora se me anuda el pecho cada vez que escucho una canción, o veo tu foto, o pienso que nunca veré tu casa, ni tocaré tu piel, ni haré ningún viaje en coche contigo, ni llegare a contemplarte mientras duermes.

Ahora esa playa ya no existe, ni podré jamás fotografiarte, ni tocar tu pelo, ni sujetar tu cara entre mis manos cuando llores, ni enseñarte a disfrutar de un desayuno en la cama. No podré ir a buscarte. Ya no tendré jamás una tira de fotomatón con nuestras caras.

Todo eso es lo que me pone triste. Me pone triste haber llegado a rozar a alguien como tú y sentir que te escapas entre los dedos. Triste por saber que yo completaba tus vacíos y tú los míos. Por eso estoy triste.

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