jueves, 9 de marzo de 2006

¡Que bello es nuestro idioma!

En mas bien humilde experiencia del comportamiento humano, modos y costumbres de la población medianamente instruida y de estado de madurez variables. He encontrado, para gran desgracia de mi buen concepto de la humanidad, que existen personas que en este mundo a falta de talento, fijan sus logros en términos materiales y se sienten elevados en embriagadores rictus de placer al degradar a su hermano con malos y vulgares modos.

¿Que hay mas gratificante que el desollar viva a una persona, sin tener quiera que ensuciar tus manos? ¿Acaso el dolor inflingido por una oportuna verdad en el momento adecuado duele menos en el orgullo que un golpe en la nariz?

¡Ah! ¡Que bello es nuestro idioma!
¡Que versátil! ¡Que agudo! ¡Que filoso puede llegar ser en los labios de aquel, que con suprema habilidad, lo esgrime ante el enemigo con valiente cabriola como si de un acero se tratara!

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