viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Que pueden aprender México hoy de The Hunger Games: Mockingjay?

¿Que pueden aprender los movimientos sociales de The Hunger Games: Mockingjay?

El tercer y último libro de la famosa dystopia de la autora Suzanne Collins,  Los Juegos del Hambre (The Hunger Games), llamado en español Sinsajo (Mockingjay) fue dividido en dos películas, para su adaptación cinematográfica, y de reciente estreno la primer parte, consulte la cartelera de su cine de preferencia que seguro ya la tienen por ahí, desde mi punto de vista, resulta un retrato bastante realista de cómo una revolución, movimiento social, contra una dictadura opresiva, gobierno impositor, se resuelve.

La gente va a morir, es un hecho bien claro y crudo. Algunas de las personas que luchan por los opresores, los "malos" desde el punto de vista de los revolucionarios, sinceramente creen en su causa, creen que ellos son los buena y lucharán hasta la muerte. Esto, me resulta tan cierto en el mundo de Panem, dentro de los libros de Los Juegos del Hambre, como lo sería en el México que hoy vivimos. Ya que en el mundo en el que vivimos, no hay mucho lugar donde los gobernantes depuestos del Capitolio y/o Los Pinos podrían huir también.

No va a ser glorioso, va a ser sucio, sangriento y dejará cicatrices en todos los involucrados que tal vez ni el tiempo pueda curar. Habrá facciones rivales dentro de las fuerzas revolucionarias, o movimientos sociales encontrados. Compitiendo, luchando y traicionando, por la posición mucho antes de que la victoria siquiera parezca posible, pero una revolución, un verdadero movimiento social, ese "cambio" que se está pidiendo a gritos, tiene que tener un buen plan para cuando se haga con el poder político, que ha estado demandando.

La mayoría de los revolucionarios terminan siendo tan malo, si no peor que, los gobiernos a los que sustituyen. Ya lo he comentado otras veces, pero creo vale la pena repetirlo, Don Porfirio Díaz argumenta que el nunca dimitió de la Presidencia de México, no porque fuera un tirano hambriento de poder, sino porque genuinamente creía que los mexicanos no estaban listos para llevar al país hacia la potencia mundial que él había ambicionado. Esto nos regaló la Revolución Mexicana.

Cuando terminó, México no tenía un camino hecho para cumplir con su destino democrático. La pacificación del país, que fue tan sangrienta y violenta como la Revolución en sí, la tomó en sus manos el gobierno de Venustiano Carranza tras derrotar a las rebeliones campesinas dirigidas por Emiliano Zapata, Francisco Villa y todos los grupos armados a nivel nacional. El objetivo es sencillo: luchar a muerte entre ellos, pues solo uno puede ganar. "Felizmente" nos regaló el PNR, uno de los antecedentes del PRI, una larga lista de gobiernos presididos por militares y a la larga 71 años en el poder.

Entonces, EPN dimite. ¿Qué hacemos?

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