jueves, 24 de marzo de 2005

El tiempo

Don Juan después de observar la sonrisa que floreció entre los labios de la joven, dejo escapar por frente al terrible enrejado que son sus maltrechos dientes una mueca que para un gran imaginador pudo bien llegar a parecerle una sonrisa.

- Mi iluminada Señora. Verdad es que yo mismo he llegado tarde a la cita que con antelación establecí con su persona.

Que el tiempo es un ladrón despiadado y que nos roba segundo a segundo tanto los mas exquisitos momentos como las más terribles calamidades, con tal prestancia que estos apenas pasan y ya se han convierto en nuestro pasado.

Muchas son las comandas que en mi agenda se aglutinan en este momento. Sin embargo, yo hoy aquí me encuentro enteramente dispuesto a satisfacer el menor de sus caprichos, así que por favor, dígame usted. En que puedo servirle.

1 comentario:

Unknown dijo...

Todo un caballero, ramillete de dones que se ofrece, bonita no tiene la boca pero florida la plabra... Muy bueno.