miércoles, 11 de agosto de 2010

Historia

Historia

La Era Mítica.

En la época más antigua, el Tiempo de Leyendas, el mundo de los sueños existía junto al reino de los mortales. Describir la apariencia física de algo era describir las emociones asociadas con ella y con ello darles forma. Ninguna barrera separaba las dos realidades, y las energías mágicas corrían libremente por las tierras mortales. Cada vez que estas energías tocaban una roca o árbol o bestia, nacían extrañas y fabulosas criaturas. Los duendes pasaban sin problemas entre los bordes de ambos reinos, mezclándose entre las tribus de los humanos que vagaban por la faz de la tierra y enseñando a estas criaturas dinámicas de corta vida el arte de soñar.

Las leyendas Nahualmej hablan de las 8 tribus que vivían en Chicomoztoc, o "El lugar de las siete cavernas". Cada una de estas cavernas representaba a un grupo Nahua en particular: Caleuche, Ohuican Chaneque, Prostinos, Vieiros, Aluxes, Balames, Apaxtl, y Jimaninas. Por ser de la misma familia lingüística, estos pueblos son llamados también "Nahuatlaca" (pueblo Nahua). Esas tribus dejaron sus cuevas y construyeron la ciudad de Aztlán.

Aztlán es el hogar ancestral del Antiguo Imperio. Este mítico lugar es representado como una isla en un lago que podría estar localizado en lo que ahora es el norte del Mictlán. El nombre de los Señores Creadores era Aztekatl, que significa "procedente de Aztlán" o también Tetonaltiani, "aquel que se entiende con el Tonal". Las variadas descripciones de Aztlán son contradictorias. Mientras que algunas leyendas la describen como un paraíso, el Aubin Codex dice que fueron una elite tirana llamada Azteca Chicomoztoca. El significado de la palabra es "lugar de la blancura" o "lugar de las Garzas". Los pocos Barbagris de entre los Kithain que se han adentrado en el estudio de la historia Nahualmej, concuerdan en relacionar este lugar con la mítica Arcadia.

Así fue, como uno de los cuatro Principales Aztekatl ordenó a los duendes que partiesen desde Aztlán y se asentasen en un lugar donde habrían de encontrar un lago, y en éste un islote con una piedra, sobre la piedra un nopal y en éste un águila devorando una serpiente, así fue como las tribus se asentaron en el Valle de Anáhuac e inspiraron a los hombres para que fundaran Tenochtitlán (también una isla en un lago, la reproducción de su hogar original). Estos se refugiaron en los mortales, fundiéndose con su carne y su conciencia para poder liberarse del inminente azote de la Tonal Caualtia que los consumiría irremediablemente dando origen así a los Nahualmej.

Esta habilidad de dar forma a nuevas cosas a partir de las esperanzas fragmentarias y las visiones elaboradas en el sueño profundo les ayudaban a mantener fuertes las conexiones entre Aztlán, el reino de los sueños, y el mundo mortal. Al dar el secreto de su fuerza vital - los sueños - a la humanidad, los Nahualmej se aseguraban su supervivencia y proliferación. Nacidos de los sueños, extraían su existencia continuada del poder de la imaginación que los creaba. En Cem Anáhuac más que en ninguna otra parte del mundo banal, la Edad Mítica sobrevivió prácticamente incólume a los embates del surgimiento de la Tonal Caualtia.

El establecimiento de la Inquisición en 1233 llevó la División en Europa a su culminación, mientras las persecuciones doctrinales de la Iglesia pugnaban por eliminar todos los elementos sobrenaturales algunos Kithain probaron fortuna a través de los pasos, huyendo de sus hogares en Europa en búsqueda de nuevas tierras aún intactas por la Tonal Caualtia. Un reducido número de Kithain llegó a Cem Anáhuac, y se establecieron en Paz entre los Nahualmej que les recibieron como a familia largamente perdida que por fin regresaba a casa. Así los Kithain juraron nunca jamás regresar a su viejo hogar que le despreciaba, guardando los pasos como un absoluto secreto que protegerían con su vida, así muchas familias Kithain se instalaron en las cercanías de estos pasos guardando el acceso hasta Cem Anáhuac.

La División.

Conforme las tribus crecieron y se convirtieron en comunidades sedentarias, las ciudades anclaron a los humanos a un lugar, rodeándoles con casas de madera o piedra. La propia realidad empezó a asentarse en una única forma inmutable. Muchos Nahualmej concuerdan que la División en Anáhuac comenzó con la fundación de Tenochtitlán, el 13 de marzo de 1325. Estos aprendieron el arte de construir armas duraderas que podrían causar un grave daño tanto a enemigos mortales como inmortales. Otros Nahualmej afirman que tan pronto como los humanos aprendieron a soñar, también aprendieron a no creer en sus sueños, negando a la luz del día los fantasmas que acechaban en sus noches.

Gradualmente el reino mortal y el Talokan empezaron a separarse conforme los humanos situaban barreras de incredulidad y muros de explicaciones entre ellos y las criaturas nacidas de su imaginación. Hace mucho, el mundo fue Desgarrado, el sueño para siempre separado de la realidad. Las dos mitades del mundo flotaron aparte, pero se mantuvieron unidas. Mortales y duendes todavía podían caminar entre los mundos. El daño, sin embargo, ya estaba hecho. Una vez dada a los humanos, la facultad de soñar no podía quitarse tan fácilmente. Así quedó el estado del mundo por mucho tiempo.

Donde antes controlaban las visiones de los hombres y mujeres, los Nahualmej se encontraban con que ahora estaban inseparablemente ligadas a los sueños de los mortales. Sus vidas empezaron a imitar la sociedad a su alrededor, y la existencia Nahualmej pronto fue un reflejo de los sueños de desarrollo de la humanidad. Los Señores Nahualmej evolucionaron hasta convertirse en huey tlatoque (gran jefe), también conocido como huey tlahtoani (el que habla), los guerreros adoptaron la apariencia de Caballeros Coyote, Águila o Jaguar, y las Tierras del Talokan se convirtieron en Altépetl (unidad territorial sobre la que se asentó la organización social y política) o Calpolli (barrios donde habitaba la población).

Del mismo modo, las guerras y conflictos entre las tribus humanas -ahora naciones emergentes- proyectaban su reflejo en el mundo del Talokan. Las Nieblas se alzaron para obnubilar las mentes de los humanos y que sus sueños no pudieran penetrar más allá del reino mortal, en Aztlán. Esto sólo sirvió para hacer que ambos mundos se separaran aún más. La Conquista del reino de Azcapotzalco en 1428, llevó la División en Cem Anáhuac a su culminación.

La Ruptura.

Algunos dicen que la División emergió en Cem Anáhuac simultáneamente a la llegada masiva de los Kithain, esta es una de las principales razones por las cuales muchos Nahualmej odian profundamente a sus primos europeos, pues les consideran culpables de traer la Tonal Caualtia en grandes cantidades al Antiguo Imperio, y no como gran parte de los Kithain cree debido al problema agrario de tener que compartir sus reinos, pues ya al final de la Era Mítica algunos Kithain huyendo de la División en Europa llegaron a Cem Anáhuac y compartieron tierra con los Nahualmej.

Conforme la cristiandad y el pensamiento europeo se fueron generalizando en Anáhuac, poco a poco todos los portales se fueron cerrando, dejando a Aztlan separada completamente del mundo banal. Una por una, las uniones que se mantenían entre el Talokan y el mundo físico fueron cortadas. Cuando estas conexiones se rompieron, pequeños pedazos del Talokan fueron arrancados por la fuerza del rechazo humano y arrojados lejos del mundo físico. Aunque todavía es un mundo completo cuando se ve desde dentro, el Talokan es un mundo roto flotando en la profundidad.

Una pequeña parte del Talokan, la parte que contiene esos pequeños y delicados sueños que la humanidad se permite, está todavía anclada al mundo físico. Esta tierra, llamada el Talokan Próximo, es la única puerta que queda entre el mundo físico y el Talokan. Incluso esa pequeña parte del Talokan se hizo inaccesible durante la Ruptura; las conexiones con ella no fueron destruidas, pero se hicieron casi inalcanzables.

Desde allá lejos, en Europa, allende el Atlántico la gente se lanzaba a investigar las nuevas rutas marítimas, en busca de materiales tan preciados como seda, oro, marfil, porcelana y especias. A partir de 1492, comenzaron a ser exploradas las nuevas tierras descubiertas por Cristóbal Colón. Las horribles plagas y enfermedades que los Conquistadores trajeron, fue conocida entre los duendes como huey cocoliztli (gran epidemia de viruela), es según muchos historiadores el hecho clave que catalizaría la Ruptura.

Los huey tlahtoani de los Nahualmej en un intento de encontrar una solución pacífica al conflicto encontraron la muerte bajo el hierro frío de mano de la nobleza Kithain en lo que será recordado como la Noche de las Hojas de Obsidiana. El día 13 de agosto de 1521, con lo que el episodio de la conquista de Tenochtitlan llega a su fin, creando un clima de desesperación y desesperanza que termino de romper los finos lazos que unían al Talokan con el mundo banal.

El Interregno.

Siguiendo a la Ruptura, el período conocido como el Interregno en Cem Anáhuac vio grandes cambios en las realidades humanas y duendes. En este tiempo, el mundo cambió enormemente, mientras unos pocos que todavía se permitían sentir pasionalmente y soñar profundamente empujaron al resto de la humanidad a un ritmo trepidante. Muchas de estas mismas personas animaban a los demás a dejar aparte sus sueños e ignorar sus emociones.

La destrucción e implantación de nuevas estructuras sociales dejo a los Nahuamej confusos, desorganizados y divididos. Lejos quedaban las casas nobles, los señores y las damas, los caballeros águila y jaguar y el sistema de tlatoanis que había mantenido unida a la sociedad Nahuamej. Abandonadas a su suerte, las hadas formaron pequeños grupos aislados para su mutua protección, o intentaron introducirse en comunidades humanas, ocultando sus verdaderas naturalezas a la humanidad y, a veces, unas a otras.

Con la aparición del virreinato en 1535, aparecieron las primeras Ciudades para reemplazar las Imperios Nahualmej, muchos de los duendes se hicieron errantes. Incapaces de encajar en la urbanización creciente de la vida humana, vagaban de pueblo en pueblo, uniéndose a circos ambulantes, vagabundos y grupos de juglares. En compañía de estos elementos marginales de la sociedad humana, muchos de los cuales eran monstruos de la naturaleza o descastados, los plebeyos hallaron refugio, así como un lugar para sus impulsos creativos.

La sociedad novohispana estaba fuertemente segmentada. Por un lado, existía toda una codificación acerca de las relaciones entre los grupos étnicos. Aunque nunca fue tan severa que no permitiera el intercambio cultural o el mestizaje biológico, sí había una definición de la posición que una persona ocupaba en la escala social de acuerdo con una supuesta mezcla de sangres. Durante el período colonial se gestaron muchas de las tradiciones populares e instituciones tradicionales que dan carácter al pueblo Nahualmej de la actualidad.

Las antiguas costumbres no morirían fácilmente, sin embargo, y muchos duendes seguían sintiendo la necesidad de una clase noble que marcara los estándares y proporcionara un sentido de estructura a sus vidas rotas. Emergiendo aquí y allá enclaves Nahualmej, sobre todo entre las más aisladas comunidades indígenas sobrevivientes, reclamaron abandonados Calpollis o creando nuevos Altépetl, naciendo una subcultura que tomó el lugar que una vez ocuparan los desaparecidos Altépetl.

El Resurgimiento.

Pero la rueda debía dar un giro, y llego una época de apertura de mente. Es un tópico apuntar que el Resurgimiento comienza con la Revolución. Los años 60 fueron una buena época para los Tetonaltianis en general. La gente rechazaba sus limitaciones y abrazaban sus sueños. La Liberación de la Mujer, el Rock And Roll, el Amor Libre... la lista sigue y sigue. El descubrimiento del LSD mostraba a la humanidad sus sueños más inconscientes y daba origen a un movimiento denominado psicodélia. El amor todo lo puede era un lema universal para esa generación, ansiosa de cambios y dispuesta a realizarlos.

En este marco sucedió el milagro, la ciencia se dio la mano con los sueños y el 21 de Julio de 1969 el hombre caminó sobre la superficie lunar haciendo ver a millones lo que se creía imposible, haciendo soñar a millones. El Tonal que este logro hizo arder en la gente de todo el mundo restauró las conexiones con el Talokan Próximo.

Esto tuvo su repercusión en Aztlán, donde el Tonal se sintió con gran intensidad, llamando la atención de los Señores Creadores. Comenzaron a renacer en el mundo banal, los nobles caballeros y damas Kithain, (robando cuerpos mortales en el proceso), con los recuerdos enturbiados por las nieblas, solo con la conciencia de que sus casas han sido exiliadas de Arcadia. Luego de esto las puertas se cerraron de golpe, dejando a estos miembros de la nobleza Kithain atrapados con los mismos plebeyos que abandonaran siglos atrás.

Los Nahualmej hasta entonces se habían limitado a la protección de sus hogares y lugares sagrados sintieron la oleada de Tonal y lo vieron como una señal de los Señores Creadores para reclamar sus tierras, ahora tomadas por la Tonal Caualtia y los Kithain. Así comenzó una ininterrumpida Guerra entre los Nahualmej y los Kithain que asola las tierras de Cem Anáhuac hasta nuestros días, dando inicio así a una era de disputas políticas.

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