Cada vez que trato de expresar mi sentir acerca de Acapulco, no como ciudad, no como destino turístico, no geográficamente, sino como la prisión que me mantiene a raya y me aísla del mundo que conozco. Siento como mi mente se convierte en una parvada de palomas salvajes al momento de tratar de emitir palabra juiciosa, vuelas y le alejan dejándome solo, sin voz y confundido.
Será que el destino me prohíbe decir algo de lo que después me pueda arrepentir, o solo es que mi yo inconsciente, que me conoce mejor que yo mismo es aun más cobarde para enfrentarse a el mundo. Vivo encerrado en una pequeña jaula dentro de un inmenso zoológico. En mi jaula solo hay un par de individuos conmigo, y mi vida transcurre entre la rutina diaria y este reducido numero de personas.
Quisiera volar y ser libre como las palomas de mi mente. Será que simplemente no me atrevo a salir de mi zona de confort, pero a la luz del lugar desde el que estoy parado, toda perspectiva de escape parece imposible. ¿Será que espero ser salvado?
3 comentarios:
pueden ser muchas cosas, y pasariamos la vida culpando a los demas si no fuera por que caemos en cuenta (aveces)de que algo esta mal...
Frecuentemente es uno mismo quien se pone los obstaculos... a pesar de que expresemos los deceos de salir de nuestra monotonia.
La mente tiene extrañas formas de defenderse. :)
Saludos desde el zoologico, quizas a un par de cuadras de tu jaula... si en acapulco.
mmmmmmm las palabras no expresan... por eso se escapan... sabes, en realidad son más los que viven en jaulas que los que viven libres... pero todo se puede cambiar... tenemos ese privilegio aunque a veces nos lo negamos.
un abrazo compañero,
isaías
Cuanta verdad, a veces es que simplemente nosotros mismos somos los que nos cortamos la punta de las alas para no poder volar y en todo caso mantenernos en el suelo donde sabemos que es seguro.
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