Escrito por mi mamá.
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Desde siempre, los héroes han sido muy importantes para ti. En los cuentos nocturnos, siempre debía de existir un héroe, que arriesgara su vida por su pueblo, por su amada, por su caballo.
En la vida real, también había héroes para ti. Aquel impresionante hombre moreno que podía con una mano, maniobrar ese camión de carga, que te despertaba por las mañanas con su potente rugido y te hacia correr hacia la ventana, donde te quedabas quietecito, susurrando, runnn runnnn, hasta verlo desaparecer en la esquina siguiente.
Tu padre era un buen héroe también, que con sus enormes y fuertes manos podía hacer de cualquier cosa una buena casa de campaña, podía componer cualquier artefacto por mas raro que se viera, podía enderezar una buena espada con tan solo tocarla.
Tu abuelo fue el héroe sabio, al que acudías cuando necesitabas saber algo, el que sabia hacer castillos de arena, el que te enseño el momento exacto de acercase a la ola y recoger agua en tu cubeta, el que te enseño el amor a los libros y a una buena alegata.
Tu fuiste un héroe también, encarnado por los grandes de antaño, pues lograr el peinado correcto de un héroe representaba miles de peligros, conseguir que tu hermana se convirtiera de tu caballerango en una doncella en peligro, requería de toda clase de trucos y chantajes, que el perro se quedara quieto para que tú pudieras montarlo como el corcel negro de tus sueños, era una muestra mas de la paciencia de un hidalgo y convencer a mama que tenias que dormir con la capa puesta y la espada en vilo por si se presentaba un ataque repentino, era una gran hazaña en si.
Probaste diferentes vestimentas, diferentes peinados, diferentes accesorios, que crecían y cambiaban conforme lo hacías tú, pero llego el momento en el que el volar ya no era tan importante, en el que matar dragones era una chiquillada, en el que las doncellas no se dejaban salvar mas, en el que las capas ya no llegaban al suelo y los pantalones de superhéroe ya quedaban muy cortos.
Y te quitaste el traje y lo guardaste en algún rincón de tu alma, a donde acudes tu solo de cuando en cuando, para disfrazarte una vez mas cuando tu damisela esta en peligro, cuando el indefenso grita por ti, cuando el mundo necesita una vez mas, un superhéroe como tu.
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Desde siempre, los héroes han sido muy importantes para ti. En los cuentos nocturnos, siempre debía de existir un héroe, que arriesgara su vida por su pueblo, por su amada, por su caballo.
En la vida real, también había héroes para ti. Aquel impresionante hombre moreno que podía con una mano, maniobrar ese camión de carga, que te despertaba por las mañanas con su potente rugido y te hacia correr hacia la ventana, donde te quedabas quietecito, susurrando, runnn runnnn, hasta verlo desaparecer en la esquina siguiente.
Tu padre era un buen héroe también, que con sus enormes y fuertes manos podía hacer de cualquier cosa una buena casa de campaña, podía componer cualquier artefacto por mas raro que se viera, podía enderezar una buena espada con tan solo tocarla.
Tu abuelo fue el héroe sabio, al que acudías cuando necesitabas saber algo, el que sabia hacer castillos de arena, el que te enseño el momento exacto de acercase a la ola y recoger agua en tu cubeta, el que te enseño el amor a los libros y a una buena alegata.
Tu fuiste un héroe también, encarnado por los grandes de antaño, pues lograr el peinado correcto de un héroe representaba miles de peligros, conseguir que tu hermana se convirtiera de tu caballerango en una doncella en peligro, requería de toda clase de trucos y chantajes, que el perro se quedara quieto para que tú pudieras montarlo como el corcel negro de tus sueños, era una muestra mas de la paciencia de un hidalgo y convencer a mama que tenias que dormir con la capa puesta y la espada en vilo por si se presentaba un ataque repentino, era una gran hazaña en si.
Probaste diferentes vestimentas, diferentes peinados, diferentes accesorios, que crecían y cambiaban conforme lo hacías tú, pero llego el momento en el que el volar ya no era tan importante, en el que matar dragones era una chiquillada, en el que las doncellas no se dejaban salvar mas, en el que las capas ya no llegaban al suelo y los pantalones de superhéroe ya quedaban muy cortos.
Y te quitaste el traje y lo guardaste en algún rincón de tu alma, a donde acudes tu solo de cuando en cuando, para disfrazarte una vez mas cuando tu damisela esta en peligro, cuando el indefenso grita por ti, cuando el mundo necesita una vez mas, un superhéroe como tu.
S.L.Villerias
MI SUPERHÉROE FAVORITO
3 comentarios:
Excelente post Sra. Peñasco
Azu...
Cuando me lo mando casi lloro.
Está claro que de casta le viene al galgo, hermosas palabras en el post de tu madre...
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