Postalberto Erknost, alto, fuerte y bello.
Mercader de profesión y pseudointelectual por convicción. Persona de carácter y dura opinión.
Don Garbanaldo Peñasco, romántico, tranquilo y moderado.
Granjero en sus ratos libre y juglar por afición. Hogareño y fácil de tratar.
Don Garbanaldo: Postalberto, por favor. Deja de luchar.
Postalberto: ¿Dejar de luchar, pero como… esperas que simplemente me quede aquí y vea mi vida pasar así nada más delante de mis ojos?
Don Garbanaldo: No sabes la paz que puedes llegar a encontrar si tan solo te “rindes a tu destino”, deja de luchar contra la corriente.
Postalberto: Hmmm…
Postalberto: Eso se parece mucho a ahogarse.
Don Garbanaldo: Dejas que esté, te lleve a través de sus delgados y siempre misterios hilos, permite ser conducido hasta el fin ultimo, que el Creador tiene y espera para ti.
Postalberto: ¿Pero que somos… “marionetas”?
Postalberto: ¿Dirigidas por quien?
Postalberto: ¿Por Dios?
Don Garbanaldo: Llámalo como tú desee, pero si, el Creador es quien guiará tus pasos a ser la culminación del plan divino que desde tiempos inmemorables se ha planeado para ti.
Postalberto: Si existe Dios, tal como tú dices, no creo que sea él el que mueva esas marionetas a las que tanto les gusta hacerse la guerra.
Postalberto: Más bien creo que les ha dado la libertad para hacerlo, para tomar sus propias decisiones aunque éstas estén movidas por el odio.
Don Garbanaldo: …
Postalberto: ¿Somos entonces marionetas o libres?
Postalberto: Si pides a Dios que tome partido en esto, ¿que es lo que realmente pides?
Postalberto: ¿Ser tan solo una marioneta?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario