Casi al borde de la bancarrota.

Casi al borde de la bancarrota.

A la edad de 7 años, se me diagnosticó Dislexia Superficial, un par de años después, este resultado fue complementado con el juicio de que además tengo TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). La primera vez que tuve frente a mi un ordenador yo tendría por ahí de 11 o 12 años. Mi padre es un entusiasta innovador al que le encanta adquirir nuevos "juguetes". Pues bien desde esta tierna edad, mi método de aprendizaje para el funcionamiento de una pagina web es básicamente hacer click en todo lo que se deje y después analizar cual es el resultado de esta acción.

Después de trabajar en arduamente en la empresa de alimentos que me emplea, después de escribir un par de artículos en este periódico, después de escribir un par de correos y responder un montón más. Estaba yo aburrido y sin nada que hacer. Porque lo que decidí que era momento para explorar que es lo que se podía hacer con la función de la sección de Economía "Exchange Money". Así comencé a hacer click por aquí, después hacer click por allá hasta que finalmente cambie todo mi dinero en ORO.

En aquel momento estaba la mar de contento. Yo creía que había tomado una ganga fabulosa. Que potencialmente, en ese momento era por lo menos 5 veces más rico que cuando comencé a intercambiar mis vienes. Sin embargo, no fue hasta aquel momento en que mi cerebro comenzó a funcionar realmente. Comencé a hacer un par de cálculos mentales mientras navegaba por las diferentes funciones de la sección de Economía y fue entonces que me di cuenta. Realmente no era 5 veces más rico, era 0.10% más pobre.

En honor a la más pura de las franquezas, la sangre me subió al cerebro y este inundado del vital liquido colapso sin remedio. Dejo de funcional. Mientras tanto, mis ojos y manos que por algún oscuro avatar del destino seguían adelante en su enloquecida carrera, como un pollo al que no se le decapitó correctamente y corre por el jardín de la abuela sin cabeza, entre en la sección de país. Donde antes de saber lo que hacía terminé por donar los escasos resultados de mi infortunada transacción.

Así pues, no soy más que un periodista más al borde de la bancarrota, con solo 2.8 MXN en la bolsa, ahogando las penas en café y tabaco mientras las relato a aquel que pueda interesarle.

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