Archivo Clínico
Hospital Psiquiátrico de Boston
Interrogatorio Profundo
1. Nombre Completo: Alan Ibarra de la Mora
2. Ocupación: Psicótico, Huésped de un Lupanar, Erudito, Académico, Conferencista y Profesor Universitario
3. Residencia: Hospital Psiquiátrico de Boston, USA.
4. Fecha de nacimiento: 27 de Febrero de 1913
5. Lugar de nacimiento: Ciudad de México, México.
I. Infancia.
Describe el tipo de área donde te criaste.
No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.
Por el tiempo de mi alumbramiento la Revolución Mexicana se encontraba en su apogeo, Eran tiempos que olían a vientos de guerra, eran tiempos de inestabilidad social, tiempos de desasosiego político. La Ciudad de México en muchas ocasiones fue el ojo del huracán de estos acontecimientos. Razon por la cual pase la mayor parte de mi años mozos en casa o custodiado por gendarmes del ejercito.
Amigos y enemigos de la infancia y porque.
Desde muy pequeño mi cuerpo fue espigado y flexible. Ágil en la carrera y con el paso de los años, bueno para esquivar los golpes. Como a muchos otros gran parte de mi educación elementar fui blanco de las injurias de niños con pocas luces y grandes músculos. En este selecto grupo de niños abusados encontré aliados y a la larga buenos amigos, tiempo después no encontraríamos en la Universidad o en el campo laboral casi todo ellos finísimas personas.
Si en esta etapa de mi vida tuve un archienemigo o un némesis, este no fue un el, sino una ella. Jolie Angell Brown, aunque en la apariencia era una dulce y bellísima niña de mi edad con rubios cabellos, y grande ojos azul cielo. En la realidad me propino las más duras y brutales golpizas que recibiera en aquellos tiempos.
Hobbys, deportes a los que jugabas, etc.
Mas adelante en mi vida, una vez entrada dejada atrás mi etapa como un simple párvulo y bien instalada la mocedad mi espigado cuerpo tornase en bien moldeado. Tome afición con el canotaje, el tenis, el golf y el frontón.
Enseñanza musical o artística.
Mi madre como experta en lengua, siempre se sintió fascinada por la música. Desde muy pequeño comencé mis clases de piano, viola y flauta larga. He de aceptar que aunque soberbio resultado he logrado en este ámbito, la flauta con creces es aquel instrumento con el que más ágilmente me desenvuelvo. Esta es la razón por la que he solicitado en repetidas ocasiones que se me permita tener una en mi habitación.
Describe el tipo de vida que tenias de pequeño en casa.
Mama siempre estuvo a mi lado. Ella era la perfecta ama de casa hermosa, hacendosa, fiel, fervientemente enamorada. Solo tenía un problema. Era la mujer más inteligente que conozco. Hubiera logrado su doctorado en Lenguas Muertes si mi Padre no se hubiera cruzado en su camino y esta hubiera optado por dejar las letras para dedicarse al hogar. Esta fue la que me enseño a leer y me dio mi primer libro. Me enseño en casa a muy temprana edad, pues por este motivo aunque mucho mas instruido que el resto de los niños no se me permitió asistir al colegio.
Papa se pasaba la mayor parte del tiempo en algún recóndito lugar del mundo. Lo primero que vio en el mi Madre fue su apasionado compromiso con lo desconocido. Desgraciadamente para esta, este amor al saber lo mantenía durante largas temporadas lejos de casa. Hasta el último de sus días fue un padre afectuoso, considerado y pendiente de la familia, aun cuando medio mundo le separaba de los seres queridos.
Muchas veces pasaba yo mas tiempo entre los interminables libros de la familia, las crónicas de los viajes de mi padre o lo relatos y clases particulares de mi madre que jugando con el resto de los niños.
II. Familia
Nombre completo del padre
Alfonso Ibarra Madrigal
Nombre de soltera de la madre.
Paulina de la Mora Guzmán
Nombres de tus hermanos.
-
Nombres de tus hermanas.
-
¿Algún otro pariente cercano?
Numerosa familia en España y México.
III. Educación.
Preescolar
Mi Madre
Primaria.
Doña Georgina de la Garza
Institutriz
Secundaria obligatoria.
Don Francisco de la Oca
Tutor
Secundaria.
Sir Robert McConnor Locke
Institulo McConnor
Universidad.
Licenciatura en Historia
Oxford
Especialidad en Investigación Historia Científica y de Campo
Oxford
Maestría en Psicología
Yale
Maestría en Ciencia Exactas
Princeton
Doctorado en Lengua Muertas
Miskatonic
Otros.
Profundo estudio en Ocultismo.
Servicio Militar.
Gracias a la intervención de los contactos de su padre pudo evitar el hacer el Servicio Militar por aquel entonces obligatorio para todos los jóvenes sanos y en condiciones.
Tesis Doctoral.
Influencia de la Lengua en la Desaparición de las Civilizaciones Mesoamericanas en la época Precolombina
IV. Experiencia en la vida.
¿Que hizo que escogieses tu profesión actual?
El mas grande obsequio que mi padre me entrego, esto lo hizo sin media intervención suya. Pues fue su sed de conocimiento, su agilidad mental y su inquisidora naturaleza cósmicamente facultada para la investigación. Desde siempre lo incógnito me ha atraído la acumulación de saber a marcado cada una de las etapas de mi vida.
¿Cómo entender el presente sin analizar el pasado?
¿Cuánto habías hecho antes? Haz una lista de trabajos raros, etc. ¿Cuánto tiempo y de que tipo eran?
Mi corta edad desde siempre fue un poderoso imán, en lugar de cómo uno imaginaria crear desconfianza en la comunidad científica mundial esto a ayudado a que ahí donde vaya se me reconozca, sino por vista, si por mis múltiples publicaciones o ponencia. Inmediatamente después de terminar la Licenciatura hice varias estancia en diversas Universidades del País, entre ella en cada una de las que curse algún grado académico. Cuando termine el Doctorado ocupe una plaza permanente en la Universidad de Miskatonic pues esta me permitía recorrer el mundo en las múltiples ponencias, conferencia e investigaciones que a lo largo del mundo me reclamaban. Fue en este tiempo cuando… Poco después fui internado.
Describe cualquier experiencia traumática en tu trabajo actual que te hayan afectado profundamente de alguna manera.
A mi madre no le gustaba el espejo
Lo compré en un viaje a un pueblecillo costero, en una vieja tienda de artesanía local. Era un espejo de pared, ni grande ni pequeño, ni por asomo grandioso, oscurecido por el tiempo y la estancia en salones oscuros y olvidados, pero inmediatamente atrajo mi atención. Las tallas de madera eran toscas, sin sentido, pero tenían el atractivo de lo desconocido. El espejo estaba, en el mejor de los casos, mal hecho. Su superficie, oscura e irregular, estaba lejos de ser clara y mostraba una imagen deformada. Cientos de pequeñas burbujas hacían que el reflejo fuese más fragmentado aún.
Sentí la necesidad de comprarlo. Algo así quedaría bien en mi casa.
El viejo tendero, un hombre pálido, avejentado, de aspecto enfermizo, algo así como un pequeño sabio de los pantanos, me hizo un buen descuento.
Dijo que hay poca gente que valore lo verdaderamente bello.
No creo que fuera realmente bello, pero era curioso y combinaría bien con el aspecto del estudio.
Mi madre recelaba del espejo. Decía que no le gustaba la manera en que su reflejo le devolvía la mirada, como si supiera más que ella y se refocilase en ese hecho.
Me pidió que me deshiciera de él.
¿Pero por qué habría de deshacerme yo de algo que me producía tal placer?
Cuando paseaba por mi pequeño estudio y me veía reflejado en el espejo, me veía atraído por mi figura reflejada. Aunque difusa y deforme, lucía gallarda y altanera, más propia de un guerrero de otros tiempos y lugares que de un estudioso flacucho y pálido. Las tallas de madera me parecían algo grotescas, pero tenían el atractivo de la antigüedad y la complejidad de su diseño.
Mi madre decía que el espejo no era hermoso. Que era repugnante. Que cada vez que pasaba, sentía que el espejo la deformaba. Que deformaba ya no su imagen, esa imagen sabedora y satisfecha, sino su ser. Que su propio ser sentía un tirón, una dejadez, una atracción hacia su imagen deformada, atrapada dentro de un estanque sucio de mercurio líquido, no plano y duro y seco, sino profundo, húmedo, profundo.
Me dijo que lo vendiera, lo regalara, lo donara... lo que fuera, pero que lo sacase de mi casa.
¿Cómo vender un objeto tan extraordinario?. ¿Cómo concebir el regalarlo? ¿Acaso se regalan los dones recibidos?. Cuando me reflejaba en él, podía ver más allá de la superficie mal azogada y cubierta de orín. Veía todas las facetas ocultas de mi figura que otros espejos no alcanzaban a reflejar. Veía en mí tiempos pasados, tiempos de gloria y conocimiento. Veía sabiduría y poder. Veía que podían ser míos, que con sólo extender la mano... Con sólo extender la mano.
Pero cuando finalmente, presa de una lucidez extrema, lo hacía, mi brazo chocaba con la superficie fría y seca, y mi mano ensuciaba su reluciente superficie de sudor. La claridad de su superficie límpida y brillante se veía marcada por una cicatriz de sudor y sueños incumplidos.
Mi madre me rogó que me librara del espejo. Decía alguna tontería acerca de algo maldito.
¿Cómo podría estar maldito ese bello objeto? ¿Cómo podría estar maldito algo tan bello, tan perfecto? Las tallas, intrincadas y inexcusablemente bellas, seguían un patrón, lo veía claramente. Tan claramente como veía mi imagen, atractiva y segura, conocedora y sabia, cercana y lejana a la vez. Tan cerca como para tocarla con los dedos... pero tan lejos que el deseo y la frustración se reflejaban en mi cuerpo.
Mi madre decía que algo me estaba consumiendo. Que no era ni sano ni normal que pasara tanto tiempo frente al espejo.
¿Pero cómo alejarse de algo que produce tal placer? ¿Podría acaso el viajero que, sediento, cruza un interminable desierto, decidirse a abandonar una fresca fuente de aguas claras y tranquilas? ¿Acaso podría yo alejarme de ese remanso de paz, de ese rincón de belleza, de esa puerta a la verdad y el conocimiento?
Mi madre dijo que me vendría bien un cambio de aires. Que podría volver a la Universidad, que hacía mucho tiempo que tenía abandonados mis deberes y estudios. Me suplicó que saliera, que me alejara de mi estudio, de mi obsesión. Que el tiempo y la distancia seguramente me devolverían a la realidad que estaba abandonando.
Cada vez me sentía más cerca de esa imagen, de ese reflejo. Sentía que era más real que todo lo que me rodeaba.
Le dije que era una buena idea. Volví a los salones de M., a las tranquilas tardes de otoño en aulas húmedas y tenuemente iluminadas, a los estudiosos y a las clases. A la rutina, en la que el tiempo se desliza, perezoso, como las hojas que caen de los castaños que hay frente a mi despacho.
La verdad... la verdad realmente es que no volví ni para tranquilizar a mi madre, ni por mis por alumnos abandonados, ni por mis colegas... ¿Por qué habría de volver por una vieja psicótica que no hacía nada más que intentar alejarme de mi objetivo? ¿Volver por un puñado de sanguijuelas que chupaban el conocimiento de los demás y luego, orgullosos, lo exhibían como si fuera propio? ¿Quizás volver por un grupo de mohosos ancianos enquistados en el pasado y su gloria? No, no volvería ni por ellos ni por nadie ni por nada. Volví simplemente porque la Universidad cuenta con una de las mejores bibliotecas del mundo.
Sentía la llamada desde el espejo.
El conocimiento me había sido mostrado, como un manjar apetitoso e irresistible, pero necesitaba el poder para alcanzarlo. Había sido iluminado por él, tenía que llegar a él, NECESITABA llegar a él, a los oscuros salones, a los susurros de sabiduría en la noche, en la noche, que tiene más poder en la punta de sus negros dedos que todo el día con su luminancia y alardeo, que es poder, que es sabiduría, que lo es TODO, tenía que llegar, conseguirla, conquistarla, rogarle una migaja de su magnificencia, conociéndola era imposible pensar en nada más, me había sido concedido tal honor, tal honor, tal gloria... ¡Tenía que alcanzarlo, tocarlo, convertirlo en parte de mí, ser parte de él!
Y el poder, el verdadero poder, el que realmente vale la pena alcanzar y merece cualquier sacrificio, se logra a través del conocimiento y es conocimiento. La clave estaba ahí, en alguna parte. Y yo tenía que lograr asirla con mis indignas manos, con mis sucias manos de ignorante, ardientes y sudorosas por el deseo.
Mi madre estaba muy contenta de que me hubiera volcado de nuevo en mis estudios.
Leía. Buscaba incesante. Descubrí libros oscuros, ignorados y escondidos, no por su antigüedad o por haber perdido validez sus conocimientos. ¡Los habían ocultado para que no conociéramos la verdad! ¡La verdad estaba en esas páginas, en esas palabras mal garabateadas sobre vitela frágil y perecedera! ¡La verdad, el conocimiento, el poder!
Mi imagen en el espejo me llamaba. Y yo ansiaba darle respuesta.
Mi madre, esa mujer, intentó que comiera. ¡Yo me alimentaba del conocimiento, no necesitaba más!
Leía, incansable. Gastaba noches y días y noches y más noches y tardes y mañanas. El tiempo pasaba, pero no sentía sus manos sobre mí. Me alejaba de su reino y de su poder. Estaba a punto de alcanzar mi objetivo.
Mi reflejo, mi propio yo, me llamaba y sonreía.
La mujer espiaba por los rincones y paseaba por la casa como un alma en pena. Lloraba de vez en cuando. Me desconcentraba.
Consulté copias del Mysterium Cosmographicum, de tomos perdidos citados a pie de página en el Libro de Dzyan, de fragmentos originales del Physica et mystica. Busqué en tomos de Sprenger, en volúmenes de Paracelso, en incunables de Trismegisto, en la única copia que sobrevivió a los fuegos de la Inquisición de Remigios, incluso logré, tras una intensa correspondencia con un estudioso de A., hacerme con una vieja copia de un extraño libro escrito por un árabe loco. ¿Cómo se puede llamar loco a quien ha visto la realidad tal y como es? ¿No serán los locos todos aquellos que, ciegos a ella, la ignoran y denigran a quienes intentan abrirles los ojos con su sabiduría y grandeza?
El espejo comenzó a mostrarme la verdad, y yo, sediento, la absorbí.
----
- Después de aquello mi madre con un pesado pisapapeles que tenia en mi escritorio rompo el espejo. –Dijo aquel hombre mientras hacia un terrible esfuerzo para que su voz no se escucharan tan afectada, no tanto- Aquella tarde fue mi primer ataque psicótico. Dos meses después fui internado en este instituto.
El Doctor Bröne el psiquiatra que desde aquel día llevo su caso levanta los ojos del grupo de notas que sobre sus piernas cruzadas se amontonaba donde hasta hace algunos momentos había tomado nota, finalmente asiente y sin decir palabra alguna sale de la habitación.
¿Quién o Cual era tu modelo en la infancia? ¿Y ahora?
Entonces mi más grande anhelo fue el seguir los pasos de mi padre.
¿Que opinan tus parientes y/o amigos de la ocupación que desempeñas actualmente?
Hasta antes de mi… siempre fui muy respetado y apreciado en la comunidad científica. Varios de entre mí más cercano círculo me han abandonado. No los culpo, no siempre es bueno para la carrera de uno que lo relaciones con un demente.
¿Qué o Quien ha tenido la mas directa y personal influencia en tu vida (persona o experiencia)?
Sin lugar a dudas mi Madre.
Hospital Psiquiátrico de Boston
Interrogatorio Profundo
1. Nombre Completo: Alan Ibarra de la Mora
2. Ocupación: Psicótico, Huésped de un Lupanar, Erudito, Académico, Conferencista y Profesor Universitario
3. Residencia: Hospital Psiquiátrico de Boston, USA.
4. Fecha de nacimiento: 27 de Febrero de 1913
5. Lugar de nacimiento: Ciudad de México, México.
I. Infancia.
Describe el tipo de área donde te criaste.
No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.
Por el tiempo de mi alumbramiento la Revolución Mexicana se encontraba en su apogeo, Eran tiempos que olían a vientos de guerra, eran tiempos de inestabilidad social, tiempos de desasosiego político. La Ciudad de México en muchas ocasiones fue el ojo del huracán de estos acontecimientos. Razon por la cual pase la mayor parte de mi años mozos en casa o custodiado por gendarmes del ejercito.
Amigos y enemigos de la infancia y porque.
Desde muy pequeño mi cuerpo fue espigado y flexible. Ágil en la carrera y con el paso de los años, bueno para esquivar los golpes. Como a muchos otros gran parte de mi educación elementar fui blanco de las injurias de niños con pocas luces y grandes músculos. En este selecto grupo de niños abusados encontré aliados y a la larga buenos amigos, tiempo después no encontraríamos en la Universidad o en el campo laboral casi todo ellos finísimas personas.
Si en esta etapa de mi vida tuve un archienemigo o un némesis, este no fue un el, sino una ella. Jolie Angell Brown, aunque en la apariencia era una dulce y bellísima niña de mi edad con rubios cabellos, y grande ojos azul cielo. En la realidad me propino las más duras y brutales golpizas que recibiera en aquellos tiempos.
Hobbys, deportes a los que jugabas, etc.
Mas adelante en mi vida, una vez entrada dejada atrás mi etapa como un simple párvulo y bien instalada la mocedad mi espigado cuerpo tornase en bien moldeado. Tome afición con el canotaje, el tenis, el golf y el frontón.
Enseñanza musical o artística.
Mi madre como experta en lengua, siempre se sintió fascinada por la música. Desde muy pequeño comencé mis clases de piano, viola y flauta larga. He de aceptar que aunque soberbio resultado he logrado en este ámbito, la flauta con creces es aquel instrumento con el que más ágilmente me desenvuelvo. Esta es la razón por la que he solicitado en repetidas ocasiones que se me permita tener una en mi habitación.
Describe el tipo de vida que tenias de pequeño en casa.
Mama siempre estuvo a mi lado. Ella era la perfecta ama de casa hermosa, hacendosa, fiel, fervientemente enamorada. Solo tenía un problema. Era la mujer más inteligente que conozco. Hubiera logrado su doctorado en Lenguas Muertes si mi Padre no se hubiera cruzado en su camino y esta hubiera optado por dejar las letras para dedicarse al hogar. Esta fue la que me enseño a leer y me dio mi primer libro. Me enseño en casa a muy temprana edad, pues por este motivo aunque mucho mas instruido que el resto de los niños no se me permitió asistir al colegio.
Papa se pasaba la mayor parte del tiempo en algún recóndito lugar del mundo. Lo primero que vio en el mi Madre fue su apasionado compromiso con lo desconocido. Desgraciadamente para esta, este amor al saber lo mantenía durante largas temporadas lejos de casa. Hasta el último de sus días fue un padre afectuoso, considerado y pendiente de la familia, aun cuando medio mundo le separaba de los seres queridos.
Muchas veces pasaba yo mas tiempo entre los interminables libros de la familia, las crónicas de los viajes de mi padre o lo relatos y clases particulares de mi madre que jugando con el resto de los niños.
II. Familia
Nombre completo del padre
Alfonso Ibarra Madrigal
Nombre de soltera de la madre.
Paulina de la Mora Guzmán
Nombres de tus hermanos.
-
Nombres de tus hermanas.
-
¿Algún otro pariente cercano?
Numerosa familia en España y México.
III. Educación.
Preescolar
Mi Madre
Primaria.
Doña Georgina de la Garza
Institutriz
Secundaria obligatoria.
Don Francisco de la Oca
Tutor
Secundaria.
Sir Robert McConnor Locke
Institulo McConnor
Universidad.
Licenciatura en Historia
Oxford
Especialidad en Investigación Historia Científica y de Campo
Oxford
Maestría en Psicología
Yale
Maestría en Ciencia Exactas
Princeton
Doctorado en Lengua Muertas
Miskatonic
Otros.
Profundo estudio en Ocultismo.
Servicio Militar.
Gracias a la intervención de los contactos de su padre pudo evitar el hacer el Servicio Militar por aquel entonces obligatorio para todos los jóvenes sanos y en condiciones.
Tesis Doctoral.
Influencia de la Lengua en la Desaparición de las Civilizaciones Mesoamericanas en la época Precolombina
IV. Experiencia en la vida.
¿Que hizo que escogieses tu profesión actual?
El mas grande obsequio que mi padre me entrego, esto lo hizo sin media intervención suya. Pues fue su sed de conocimiento, su agilidad mental y su inquisidora naturaleza cósmicamente facultada para la investigación. Desde siempre lo incógnito me ha atraído la acumulación de saber a marcado cada una de las etapas de mi vida.
¿Cómo entender el presente sin analizar el pasado?
¿Cuánto habías hecho antes? Haz una lista de trabajos raros, etc. ¿Cuánto tiempo y de que tipo eran?
Mi corta edad desde siempre fue un poderoso imán, en lugar de cómo uno imaginaria crear desconfianza en la comunidad científica mundial esto a ayudado a que ahí donde vaya se me reconozca, sino por vista, si por mis múltiples publicaciones o ponencia. Inmediatamente después de terminar la Licenciatura hice varias estancia en diversas Universidades del País, entre ella en cada una de las que curse algún grado académico. Cuando termine el Doctorado ocupe una plaza permanente en la Universidad de Miskatonic pues esta me permitía recorrer el mundo en las múltiples ponencias, conferencia e investigaciones que a lo largo del mundo me reclamaban. Fue en este tiempo cuando… Poco después fui internado.
Describe cualquier experiencia traumática en tu trabajo actual que te hayan afectado profundamente de alguna manera.
A mi madre no le gustaba el espejo
Lo compré en un viaje a un pueblecillo costero, en una vieja tienda de artesanía local. Era un espejo de pared, ni grande ni pequeño, ni por asomo grandioso, oscurecido por el tiempo y la estancia en salones oscuros y olvidados, pero inmediatamente atrajo mi atención. Las tallas de madera eran toscas, sin sentido, pero tenían el atractivo de lo desconocido. El espejo estaba, en el mejor de los casos, mal hecho. Su superficie, oscura e irregular, estaba lejos de ser clara y mostraba una imagen deformada. Cientos de pequeñas burbujas hacían que el reflejo fuese más fragmentado aún.
Sentí la necesidad de comprarlo. Algo así quedaría bien en mi casa.
El viejo tendero, un hombre pálido, avejentado, de aspecto enfermizo, algo así como un pequeño sabio de los pantanos, me hizo un buen descuento.
Dijo que hay poca gente que valore lo verdaderamente bello.
No creo que fuera realmente bello, pero era curioso y combinaría bien con el aspecto del estudio.
Mi madre recelaba del espejo. Decía que no le gustaba la manera en que su reflejo le devolvía la mirada, como si supiera más que ella y se refocilase en ese hecho.
Me pidió que me deshiciera de él.
¿Pero por qué habría de deshacerme yo de algo que me producía tal placer?
Cuando paseaba por mi pequeño estudio y me veía reflejado en el espejo, me veía atraído por mi figura reflejada. Aunque difusa y deforme, lucía gallarda y altanera, más propia de un guerrero de otros tiempos y lugares que de un estudioso flacucho y pálido. Las tallas de madera me parecían algo grotescas, pero tenían el atractivo de la antigüedad y la complejidad de su diseño.
Mi madre decía que el espejo no era hermoso. Que era repugnante. Que cada vez que pasaba, sentía que el espejo la deformaba. Que deformaba ya no su imagen, esa imagen sabedora y satisfecha, sino su ser. Que su propio ser sentía un tirón, una dejadez, una atracción hacia su imagen deformada, atrapada dentro de un estanque sucio de mercurio líquido, no plano y duro y seco, sino profundo, húmedo, profundo.
Me dijo que lo vendiera, lo regalara, lo donara... lo que fuera, pero que lo sacase de mi casa.
¿Cómo vender un objeto tan extraordinario?. ¿Cómo concebir el regalarlo? ¿Acaso se regalan los dones recibidos?. Cuando me reflejaba en él, podía ver más allá de la superficie mal azogada y cubierta de orín. Veía todas las facetas ocultas de mi figura que otros espejos no alcanzaban a reflejar. Veía en mí tiempos pasados, tiempos de gloria y conocimiento. Veía sabiduría y poder. Veía que podían ser míos, que con sólo extender la mano... Con sólo extender la mano.
Pero cuando finalmente, presa de una lucidez extrema, lo hacía, mi brazo chocaba con la superficie fría y seca, y mi mano ensuciaba su reluciente superficie de sudor. La claridad de su superficie límpida y brillante se veía marcada por una cicatriz de sudor y sueños incumplidos.
Mi madre me rogó que me librara del espejo. Decía alguna tontería acerca de algo maldito.
¿Cómo podría estar maldito ese bello objeto? ¿Cómo podría estar maldito algo tan bello, tan perfecto? Las tallas, intrincadas y inexcusablemente bellas, seguían un patrón, lo veía claramente. Tan claramente como veía mi imagen, atractiva y segura, conocedora y sabia, cercana y lejana a la vez. Tan cerca como para tocarla con los dedos... pero tan lejos que el deseo y la frustración se reflejaban en mi cuerpo.
Mi madre decía que algo me estaba consumiendo. Que no era ni sano ni normal que pasara tanto tiempo frente al espejo.
¿Pero cómo alejarse de algo que produce tal placer? ¿Podría acaso el viajero que, sediento, cruza un interminable desierto, decidirse a abandonar una fresca fuente de aguas claras y tranquilas? ¿Acaso podría yo alejarme de ese remanso de paz, de ese rincón de belleza, de esa puerta a la verdad y el conocimiento?
Mi madre dijo que me vendría bien un cambio de aires. Que podría volver a la Universidad, que hacía mucho tiempo que tenía abandonados mis deberes y estudios. Me suplicó que saliera, que me alejara de mi estudio, de mi obsesión. Que el tiempo y la distancia seguramente me devolverían a la realidad que estaba abandonando.
Cada vez me sentía más cerca de esa imagen, de ese reflejo. Sentía que era más real que todo lo que me rodeaba.
Le dije que era una buena idea. Volví a los salones de M., a las tranquilas tardes de otoño en aulas húmedas y tenuemente iluminadas, a los estudiosos y a las clases. A la rutina, en la que el tiempo se desliza, perezoso, como las hojas que caen de los castaños que hay frente a mi despacho.
La verdad... la verdad realmente es que no volví ni para tranquilizar a mi madre, ni por mis por alumnos abandonados, ni por mis colegas... ¿Por qué habría de volver por una vieja psicótica que no hacía nada más que intentar alejarme de mi objetivo? ¿Volver por un puñado de sanguijuelas que chupaban el conocimiento de los demás y luego, orgullosos, lo exhibían como si fuera propio? ¿Quizás volver por un grupo de mohosos ancianos enquistados en el pasado y su gloria? No, no volvería ni por ellos ni por nadie ni por nada. Volví simplemente porque la Universidad cuenta con una de las mejores bibliotecas del mundo.
Sentía la llamada desde el espejo.
El conocimiento me había sido mostrado, como un manjar apetitoso e irresistible, pero necesitaba el poder para alcanzarlo. Había sido iluminado por él, tenía que llegar a él, NECESITABA llegar a él, a los oscuros salones, a los susurros de sabiduría en la noche, en la noche, que tiene más poder en la punta de sus negros dedos que todo el día con su luminancia y alardeo, que es poder, que es sabiduría, que lo es TODO, tenía que llegar, conseguirla, conquistarla, rogarle una migaja de su magnificencia, conociéndola era imposible pensar en nada más, me había sido concedido tal honor, tal honor, tal gloria... ¡Tenía que alcanzarlo, tocarlo, convertirlo en parte de mí, ser parte de él!
Y el poder, el verdadero poder, el que realmente vale la pena alcanzar y merece cualquier sacrificio, se logra a través del conocimiento y es conocimiento. La clave estaba ahí, en alguna parte. Y yo tenía que lograr asirla con mis indignas manos, con mis sucias manos de ignorante, ardientes y sudorosas por el deseo.
Mi madre estaba muy contenta de que me hubiera volcado de nuevo en mis estudios.
Leía. Buscaba incesante. Descubrí libros oscuros, ignorados y escondidos, no por su antigüedad o por haber perdido validez sus conocimientos. ¡Los habían ocultado para que no conociéramos la verdad! ¡La verdad estaba en esas páginas, en esas palabras mal garabateadas sobre vitela frágil y perecedera! ¡La verdad, el conocimiento, el poder!
Mi imagen en el espejo me llamaba. Y yo ansiaba darle respuesta.
Mi madre, esa mujer, intentó que comiera. ¡Yo me alimentaba del conocimiento, no necesitaba más!
Leía, incansable. Gastaba noches y días y noches y más noches y tardes y mañanas. El tiempo pasaba, pero no sentía sus manos sobre mí. Me alejaba de su reino y de su poder. Estaba a punto de alcanzar mi objetivo.
Mi reflejo, mi propio yo, me llamaba y sonreía.
La mujer espiaba por los rincones y paseaba por la casa como un alma en pena. Lloraba de vez en cuando. Me desconcentraba.
Consulté copias del Mysterium Cosmographicum, de tomos perdidos citados a pie de página en el Libro de Dzyan, de fragmentos originales del Physica et mystica. Busqué en tomos de Sprenger, en volúmenes de Paracelso, en incunables de Trismegisto, en la única copia que sobrevivió a los fuegos de la Inquisición de Remigios, incluso logré, tras una intensa correspondencia con un estudioso de A., hacerme con una vieja copia de un extraño libro escrito por un árabe loco. ¿Cómo se puede llamar loco a quien ha visto la realidad tal y como es? ¿No serán los locos todos aquellos que, ciegos a ella, la ignoran y denigran a quienes intentan abrirles los ojos con su sabiduría y grandeza?
El espejo comenzó a mostrarme la verdad, y yo, sediento, la absorbí.
----
- Después de aquello mi madre con un pesado pisapapeles que tenia en mi escritorio rompo el espejo. –Dijo aquel hombre mientras hacia un terrible esfuerzo para que su voz no se escucharan tan afectada, no tanto- Aquella tarde fue mi primer ataque psicótico. Dos meses después fui internado en este instituto.
El Doctor Bröne el psiquiatra que desde aquel día llevo su caso levanta los ojos del grupo de notas que sobre sus piernas cruzadas se amontonaba donde hasta hace algunos momentos había tomado nota, finalmente asiente y sin decir palabra alguna sale de la habitación.
¿Quién o Cual era tu modelo en la infancia? ¿Y ahora?
Entonces mi más grande anhelo fue el seguir los pasos de mi padre.
¿Que opinan tus parientes y/o amigos de la ocupación que desempeñas actualmente?
Hasta antes de mi… siempre fui muy respetado y apreciado en la comunidad científica. Varios de entre mí más cercano círculo me han abandonado. No los culpo, no siempre es bueno para la carrera de uno que lo relaciones con un demente.
¿Qué o Quien ha tenido la mas directa y personal influencia en tu vida (persona o experiencia)?
Sin lugar a dudas mi Madre.
2 comentarios:
Esta muy bien construido, me gusto mucho. Se ve que a ti tambien, ya que en los ultimos parrafos se te fueron los dedos y hay varios errores de ortografia que hay que corregir.
Oma
Jajajaja...
Disculpa, que bueno que te ha gustado. Es lo mas reciente que he hecho.
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