La gente va a morir, es un hecho bien claro y crudo. Algunas de las personas que luchan por los opresores, los "malos" desde el punto de vista de los revolucionarios, sinceramente creen en su causa, creen que ellos son los buena y lucharán hasta la muerte. Esto, me resulta tan cierto en el mundo de Panem, dentro de los libros de Los Juegos del Hambre, como lo sería en el México que hoy vivimos. Ya que en el mundo en el que vivimos, no hay mucho lugar donde los gobernantes depuestos del Capitolio y/o Los Pinos podrían huir también.
La mayoría de los revolucionarios terminan siendo tan malo, si no peor que, los gobiernos a los que sustituyen. Ya lo he comentado otras veces, pero creo vale la pena repetirlo, Don Porfirio Díaz argumenta que el nunca dimitió de la Presidencia de México, no porque fuera un tirano hambriento de poder, sino porque genuinamente creía que los mexicanos no estaban listos para llevar al país hacia la potencia mundial que él había ambicionado. Esto nos regaló la Revolución Mexicana.
Cuando terminó, México no tenía un camino hecho para cumplir con su destino democrático. La pacificación del país, que fue tan sangrienta y violenta como la Revolución en sí, la tomó en sus manos el gobierno de Venustiano Carranza tras derrotar a las rebeliones campesinas dirigidas por Emiliano Zapata, Francisco Villa y todos los grupos armados a nivel nacional. El objetivo es sencillo: luchar a muerte entre ellos, pues solo uno puede ganar. "Felizmente" nos regaló el PNR, uno de los antecedentes del PRI, una larga lista de gobiernos presididos por militares y a la larga 71 años en el poder.
Entonces, EPN dimite. ¿Qué hacemos?
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